El paraguayo Borelio es filosofo. A diferencia de Vladimiro Kasansaski, quien va componiendo el mundo con su "filosofía a Domicilio" Borelio ejerce su magna labor cultural en la peluquería que arrenda por unas pocas monedas al Profesor Maradona.
Así, quien va a cortarse el pelo con Borelio vuelve a su casa con nociones exactas sobre la materia leve de nuestra existencia, los sueños, la muerte y la temperatura justa de cocción que debe alcanzar una brasa para que la carne se dore pero este jugosa.
Borelio no soporta la contradicción como punto de partida para la busqueda de la verdad. Esto hace que otros" filosofastros" tal como el llama a quienes osan discutir sus tesis, hayan abandonado el local con menos masa muscular que la que tenian cuando traspusieron el umbral del Dominio Boreliano.
Borelio se jacta de poseer un panel de corcho en el que pega los trozos de oreja que arranca a esos desdichados que en su inocencia creen hacer prevalecer su cosmovisión a la rotunda acumulación de conceptos mal aprendidos que Borelio florea ante los bobos.
El Paraguayo es un ser que repudiarian los mismisimos sofistas, quienes se preciaban de ganar siempre por uno u otro modo.
Alertado de los procederes de Vladimiro Kasansaski, el humilde obrero del pensamiento que lleva la filosofia a casa de aquellos que no se han planteado jamás "Para que vivo", el paraguayo , determinó una tarde esperarlo a la salida de una casa y allí, junto con otros discípulos expeditivos le dio la del "ser y la nada".
Kasansaski amaneció en un contenedor. Unos muchachos pobres que jugaban a Descartes lo encontraron.
Los mismos muchachos, luego de depositarlo en la humilde Pensión de Doña Otilia, socrática en sus apetencias y diogenica en sus posibilidades, se juramentaron para darle un escarmiento a la pandilla fascinerosa del Paraguayo.
Ahora el barrio entero está estremecido por esta ola de violencia: Cinco pandillas filosóficas se disputan el derecho a peripatetizar tranquilamente en sus calles:
1 - Los kasansaskianos, quienes emplean como arma la Navaja de Occam.
2 - los Paraguayianos, adeptos de Borelio, inclinados a la cachiporra y a las pistolas de agua cargadas de ajenjo.
3- Los cavernícolas platonianos. No han leido un libro en su vida. Solo les interesa volver a esa edad rústica en que los pitecantropus se trataban a los bollos.
4 - Las monadas del Suburbio. Temibles patoteros venidos de los arrabales del pensamiento Leibniano para sembrar de verrugas el redor.
5 - Las abuelitas de Wittgenstein: mientras desarrollan su labor filosofica en el mercado, traman terribles planes a ejecutar en la clandestinidad. Usan espolones de gallina disimulados en sus anchas mangas.
Para colmo de males se rumorea que los chinos de varias tiendas de "todo a cien" quienes profesan diferentes doctrinas a saber: confucianismo, Zen y jainismo, andan repartiendo vinchas de diferentes colores para entrar en la pelea.
Ante este panorama, las almas bondadosas adeptas a la simpleza de un Bucay, han plegado sus alas y se han marchado a buscar frases más anodinas.
Esto no hay quien lo pare. Si volviera Spinoza los pondria a todos estos sinverguenzas a trabajar en relojes, en vez de andar haciendose los machitos con aires filosoficos...
Así, quien va a cortarse el pelo con Borelio vuelve a su casa con nociones exactas sobre la materia leve de nuestra existencia, los sueños, la muerte y la temperatura justa de cocción que debe alcanzar una brasa para que la carne se dore pero este jugosa.
Borelio no soporta la contradicción como punto de partida para la busqueda de la verdad. Esto hace que otros" filosofastros" tal como el llama a quienes osan discutir sus tesis, hayan abandonado el local con menos masa muscular que la que tenian cuando traspusieron el umbral del Dominio Boreliano.
Borelio se jacta de poseer un panel de corcho en el que pega los trozos de oreja que arranca a esos desdichados que en su inocencia creen hacer prevalecer su cosmovisión a la rotunda acumulación de conceptos mal aprendidos que Borelio florea ante los bobos.
El Paraguayo es un ser que repudiarian los mismisimos sofistas, quienes se preciaban de ganar siempre por uno u otro modo.
Alertado de los procederes de Vladimiro Kasansaski, el humilde obrero del pensamiento que lleva la filosofia a casa de aquellos que no se han planteado jamás "Para que vivo", el paraguayo , determinó una tarde esperarlo a la salida de una casa y allí, junto con otros discípulos expeditivos le dio la del "ser y la nada".
Kasansaski amaneció en un contenedor. Unos muchachos pobres que jugaban a Descartes lo encontraron.
Los mismos muchachos, luego de depositarlo en la humilde Pensión de Doña Otilia, socrática en sus apetencias y diogenica en sus posibilidades, se juramentaron para darle un escarmiento a la pandilla fascinerosa del Paraguayo.
Ahora el barrio entero está estremecido por esta ola de violencia: Cinco pandillas filosóficas se disputan el derecho a peripatetizar tranquilamente en sus calles:
1 - Los kasansaskianos, quienes emplean como arma la Navaja de Occam.
2 - los Paraguayianos, adeptos de Borelio, inclinados a la cachiporra y a las pistolas de agua cargadas de ajenjo.
3- Los cavernícolas platonianos. No han leido un libro en su vida. Solo les interesa volver a esa edad rústica en que los pitecantropus se trataban a los bollos.
4 - Las monadas del Suburbio. Temibles patoteros venidos de los arrabales del pensamiento Leibniano para sembrar de verrugas el redor.
5 - Las abuelitas de Wittgenstein: mientras desarrollan su labor filosofica en el mercado, traman terribles planes a ejecutar en la clandestinidad. Usan espolones de gallina disimulados en sus anchas mangas.
Para colmo de males se rumorea que los chinos de varias tiendas de "todo a cien" quienes profesan diferentes doctrinas a saber: confucianismo, Zen y jainismo, andan repartiendo vinchas de diferentes colores para entrar en la pelea.
Ante este panorama, las almas bondadosas adeptas a la simpleza de un Bucay, han plegado sus alas y se han marchado a buscar frases más anodinas.
Esto no hay quien lo pare. Si volviera Spinoza los pondria a todos estos sinverguenzas a trabajar en relojes, en vez de andar haciendose los machitos con aires filosoficos...
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