Este humilde espacio dedicado la reflexión y al payaserio estuvo cerrado mucho tiempo. La redacción virtual donde desarrollamos nuestra pobre labor estaba en medio de un barrio frecuentado por lo general por bohemios, estafadores, sujetos de configuracion cretinoide, perdedores y mondongueros aficionados a las albóndigas. Pero tuvimos que invernar, golpeando desesperadamente la puerta del bunker de Rogelio Paranoide, cuando las calles se llenaron de pandillas filosóficas directamente enfrentadas entre si.
Las aceras eran un caos. Por entre los rescoldos humeantes de los escolios y los silogismos, esforzados combatientes de la mente se propinaban conceptos, monadas y asersiones agonizando de puro peripatetismo. Una facción, próxima a los desviados pensamientos del paraguayo Borelio, peluquero y caletreador al por mayor, logró poner de su lado a la estatua animada de Ken Follet, que sembraba el pavor leyendo en voz alta parrafos enteros del escribidor.
Para colmo de males algunos adeptos a la cosmogonia de Vladimiro Kasansaski, filosofo a domicilio y adlater de las clases obreras, andaban repartiendo señaladores mortales con parrafos de Cohelo.
Las fuerzas del orden habian desistido de entrar a confrontar, basicamente porque no podian competir contra los pandilleros con sus mismas armas.
Entonces, cuando la situacion era desesperada surgió de las profundidades del suburbio una humilde abuela que se cargó ella sola a todos esos diletantes babiecones a los que tanto miedo teniamos.
La abuela estaba cargada de oraciones y ensalmos magicos que vaciaron las calles de pitagoricos, Leibnianos, y barriobajeros del pensamiento.
"Vayase pa las casas mierda" gritaba la señora o "vayan a trabajar al puerto atorrantes", conjuros efectivisimos que contrarestaron todo el ser y lo transformaron en la nada.
Y si hoy estamos aqui, es porque doña Juana asi lo dispuso. Y como queria salir en el blog aqui la ponemos.
Estamos de vuelta.
A ver si nos dejan seguir...
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