Michel Trabucco está de vuelta.
Hace tres años sorprendió al mundo entero con una pequeña novela llamada "Tu megaterio es el talco que pisas, en donde un desquiciado cajero de centro comercial de nombre Rufus Champaqui entrena para samurái por las noches y en los dobles turnos mata clientes indeseables.
El nuevo libro se llama Los ordenadores abandonados y plantea la extinción instantánea de toda la especie humana debido al éxodo de las lombrices y otros organismos detrívoros, salvados en masa por una civilización extraterrestre de constitución similar.
En los hogares abandonados, los ordenadores encendidos unidos por la red, cobran conciencia y filosofan sobre las cuestiones eternas: quienes somos, de donde venimos, a donde vamos, cuando viene el técnico.
Es emotivo el capitulo 12, en donde un ordenador discrepa sobre la existencia de Dios en sus diferentes versiones:
"Dios es un bit de capacidad infinita y de memoria expandida con archivos que siempre están en blanco.
En un inquietante quinceavo capitulo las fotos del salvapantalla cobran vida y se despegan de los ordenadores vagando como fantasmas electrónicos por el mundo.
Nuestra civilizacion —dice Trabucco— ya tiene fecha de caducidad. Pereceremos por falta de mantenimiento. Quise mostrar la paradoja de una especie cada vez más deshumanizada que dota de caracteres antropomórficos a sus máquinas y les dedica mas tiempo que a la educación de sus retoños. Nuestros coches tienen cara pero nuestras relacciones no.
Una novela inquietante para leer en verano, cuando tendemos a dispersar nuestra actividad mental en busca de helados, cervezas y cuerpos bronceados.
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