Atilio Subirana quería parrillas populares para todos. Asados comunitarios y europeos para cimentar la fragil concordia entre los estados miembros de la unión europea. Se las había arreglado para representar en el Parlamento a la inexistente republica de Pontovaquia y por su osadía fue expulsado del también inexistente órgano que, lejos de gobernar planea estrategias para beneficios de los pocos vivillos de siempre. Triste y repudiado, el lider del partido "Estudiantes toda la vida", de ideas nobles y gran corazon vivía bajo los puentes cubiertos de Estrasburgo, incapaz de juntar dinero para un billete de avión que lo trajera a la madre patria. Cubierto de esa apatia y angustia que parece rodear a todo ciudadano europeo en general, al que no parecen importarle los palos engalanados que los incapaces muestra como créditos a su nefasta labor. Hasta que un Día Subirana, harto de las noticias y las quejas se erigió cuan alto era, desafiando a los cielos y a la tierra con su poder: "Yo ya no lloro más, Yo exijo, se acabó el tiempo de la condescendencia y la inestabilidad. Si estos tunantes del parlamento Europeo, fichan y se van de vacaciones mientras la mayoría de los mortales sufrimos y soportamos en silencio su inoperancia ya es hora que alguien les haga saber que como no espabilen les vamos a bajar los dientes, virtualmente hablando. Me asiste la ira del hombre bueno, la cólera del que es fuerte y tiene que bajar los brazos cuando el hambre llega(aqui no se resistió a entresacar en su encendido discurso un poco del recitado de "La Cumparsita" de Celedonio Flores), el enojo sagrado del que siendo feliz con poco se desespera al ver como unos pocos no son felices con demasiado y siguen expoliando y destrozando vidas y planeta con codicia y sin decoro".
Airado, enervado hasta las lágrimas un corro extasiado de ciudadanos conscientes de su poco peso como colectivo lo arroparon con sus hurras y al punto una especie de "parlamento europeo paralelo" se instituyo bajo los puentes de Edimburgo.
"Ya basta de Estupideces. Nuestra madre Tierra, que nos acoge y nos brinda sus frutos esta haciendo todo lo posible para destruirnos, porque en nuestra insensata avaricia creemos que somos los mejores, superiores a todo ser animal o vegetal. Ningún país puede bajarse de la lucha ecológica por unos millones de mas o menos. Los Canadienses no pueden comprar cupos de aire. Yo no los dejo, yo no consumo, yo los maldigo. Hemos subvertido por oropeles falsos una existencia que debería ser pacifica, perdiendo en el camino los valores esenciales que nos definen como raza. hemos perdido la voz y eso, señores no puede ser. Si es preciso nos desplazaremos a las casas de esos señores europayasos, de esos altaneros mercaderes de piojos que se dicen nuestros representantes y en coro insoportable amargaremos sus días y sus noches con nuestro gritos y abucheos hasta que comprendan quien tiene el poder. Negaremos todo servicio a los banqueros y a los lugartenientes de la miseria, escupiendo sus comidas, endulzando sus combustibles, asaetando con nuestros justos reclamos su sueño.
Enarbolo en justicia, la bandera que nuestros hermanos aborígenes, cruelmente acallados por el ansia blanca, llevaban con orgullo y aquí no nos baja nadie amigos" Decía Subirana con las venas casi a punto de explotarle.
A punto del infarto se lo llevó la autoridad esposado y el parlamento paralelo disperso a los palos.
Pero su germen de igualdad va convirtiendo a justos, poniendo una semilla descontenta en los honestos..
Airado, enervado hasta las lágrimas un corro extasiado de ciudadanos conscientes de su poco peso como colectivo lo arroparon con sus hurras y al punto una especie de "parlamento europeo paralelo" se instituyo bajo los puentes de Edimburgo.
"Ya basta de Estupideces. Nuestra madre Tierra, que nos acoge y nos brinda sus frutos esta haciendo todo lo posible para destruirnos, porque en nuestra insensata avaricia creemos que somos los mejores, superiores a todo ser animal o vegetal. Ningún país puede bajarse de la lucha ecológica por unos millones de mas o menos. Los Canadienses no pueden comprar cupos de aire. Yo no los dejo, yo no consumo, yo los maldigo. Hemos subvertido por oropeles falsos una existencia que debería ser pacifica, perdiendo en el camino los valores esenciales que nos definen como raza. hemos perdido la voz y eso, señores no puede ser. Si es preciso nos desplazaremos a las casas de esos señores europayasos, de esos altaneros mercaderes de piojos que se dicen nuestros representantes y en coro insoportable amargaremos sus días y sus noches con nuestro gritos y abucheos hasta que comprendan quien tiene el poder. Negaremos todo servicio a los banqueros y a los lugartenientes de la miseria, escupiendo sus comidas, endulzando sus combustibles, asaetando con nuestros justos reclamos su sueño.
Enarbolo en justicia, la bandera que nuestros hermanos aborígenes, cruelmente acallados por el ansia blanca, llevaban con orgullo y aquí no nos baja nadie amigos" Decía Subirana con las venas casi a punto de explotarle.
A punto del infarto se lo llevó la autoridad esposado y el parlamento paralelo disperso a los palos.
Pero su germen de igualdad va convirtiendo a justos, poniendo una semilla descontenta en los honestos..
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