Quizá el primer contacto que tuve con algún disco suyo fue uno de esos compilados que un amigo tenia grabado en un cassette con cierta calidad. Había un puñado de buenas canciones Como Loving the alien, When the wind blows y algunas otras muy pop. No teníamos dinero para comprar esa novedad que eran los C.D, que se anunciaban como la vanguardia y que siguen por ahí, luchándole a la descarga directa. Acompañó a mi barra de la universidad en muchas noches de desvelo, estudio e insomnio, cuando aun el mundo era joven para todos, éramos casi recién llegados y nos alcanzaba con la fe en nuestras fuerzas para hacer algo grande. Algo que cambiara el mundo y a nosotros. Algo como lo que permanentemente se proponía y lograba Bowie.
Eran días felices en el que siempre estábamos descubriendo cosas y relacionando otras, mas allá de la propuestas por la carrera de Comunicación social. Autores, creadores y visionarios que comenzábamos a admirar y con los que nos gustaría compartir quizá mas que una charla, un momento y una cerveza. Entonces nos bastaban las conversaciones hasta altas horas de la madrugada, el ingenio considerado como una de las bellas artes, el cine de autor alquilado en los videoclubs, las excursiones a las librerías de usados para comprar los clásicos, o los autores de ciencia Ficción y policial negro que tenían una visión particular de la realidad y a quienes considerábamos «amigos del alma» . Todo eso que completaba nuestra imaginación.
Después el circulo se ensanchó. Comenzamos a descubrir la noche, la bohemia, las mesas de bares y otros músicos y músicas. Volvimos a quedarnos en tres, cuatro o cinco amigos. No mucho más.
Eran días felices en el que siempre estábamos descubriendo cosas y relacionando otras, mas allá de la propuestas por la carrera de Comunicación social. Autores, creadores y visionarios que comenzábamos a admirar y con los que nos gustaría compartir quizá mas que una charla, un momento y una cerveza. Entonces nos bastaban las conversaciones hasta altas horas de la madrugada, el ingenio considerado como una de las bellas artes, el cine de autor alquilado en los videoclubs, las excursiones a las librerías de usados para comprar los clásicos, o los autores de ciencia Ficción y policial negro que tenían una visión particular de la realidad y a quienes considerábamos «amigos del alma» . Todo eso que completaba nuestra imaginación.
Después el circulo se ensanchó. Comenzamos a descubrir la noche, la bohemia, las mesas de bares y otros músicos y músicas. Volvimos a quedarnos en tres, cuatro o cinco amigos. No mucho más.
Y el hombre siempre estaba ahí, por referencias o por influencias, inspirando a aquellos, los de entonces. Lo fuimos viendo y escuchando en muchos momentos buenos y otros no demasiado malos. Actuó en algunos papeles cortos, pero magnéticos: El agente perdido de Fuego camina conmigo, el hombre vampirizado de El ansia. el Rey Duende —creímos que era de verdad el Rey Duende— de Laberinto y en un papel anterior, pero nuevo e impactante para nosotros: el soldado de Feliz navidad Mister Laurence.
Una noche de invierno nos regaló, luego de uno de esos partiditos de fútbol siete en un potrero rocoso, unas salchichas compartidas y la sorpresa de un concierto de la gira Earthling por televisión. Ojos majestuosos amplificados por pantallas y un sonido poderoso y potente de guitarra y bajo. En vivo sonaba increíble, tan impresionante y extravagante, tan diferente como el vídeo de Little Wonder.
Nuestros sueños de juventud recibieron el embate de la realidad y tuvimos que modificarlos y aceptar que acaso nuestra contribución a un mundo mejor no iba a ser la gloria y el reconocimiento masivo que nos dieran la creación de una película, un programa de televisión o un libro, sino la ínfima pero milagrosa magia que se produce cuando uno encuentra personas que lo inspiran y a los que inspira.
Y así como los sueños utópicos y nuestras aspiraciones a cambiar el mundo se fueron alejando, los tres que quedamos nos fuimos yendo también, hacia diferentes derroteros. Descubrí el tango que estaba dormido en mi y comencé a bailarlo. Conocí otras gentes, y otros entrañables amigos y amigas.
Una noche de invierno nos regaló, luego de uno de esos partiditos de fútbol siete en un potrero rocoso, unas salchichas compartidas y la sorpresa de un concierto de la gira Earthling por televisión. Ojos majestuosos amplificados por pantallas y un sonido poderoso y potente de guitarra y bajo. En vivo sonaba increíble, tan impresionante y extravagante, tan diferente como el vídeo de Little Wonder.
Nuestros sueños de juventud recibieron el embate de la realidad y tuvimos que modificarlos y aceptar que acaso nuestra contribución a un mundo mejor no iba a ser la gloria y el reconocimiento masivo que nos dieran la creación de una película, un programa de televisión o un libro, sino la ínfima pero milagrosa magia que se produce cuando uno encuentra personas que lo inspiran y a los que inspira.
Y así como los sueños utópicos y nuestras aspiraciones a cambiar el mundo se fueron alejando, los tres que quedamos nos fuimos yendo también, hacia diferentes derroteros. Descubrí el tango que estaba dormido en mi y comencé a bailarlo. Conocí otras gentes, y otros entrañables amigos y amigas.
Y luego me alejé mucho más, hacia otro continente.
Pero nunca dejé de escuchar a mis ídolos de entonces; Gabriel, Jethro Tull, Living Colours, el inmenso Frank Zappa, George Harrison, que descubrí después pero fue como si estuviera ahí siempre. Igual que el hipnótico señor de todo lo creado y reformado: David Bowie .
Pero nunca dejé de escuchar a mis ídolos de entonces; Gabriel, Jethro Tull, Living Colours, el inmenso Frank Zappa, George Harrison, que descubrí después pero fue como si estuviera ahí siempre. Igual que el hipnótico señor de todo lo creado y reformado: David Bowie .
En un viaje de reencuentro con mis amigos de entonces encontré Reality y lo compré. Y luego ya no hubo nuevos discos, y sí momentos buenos compartidos con su música de fondo. Y otros muy, muy malos.
Pasarían diez años hasta que el hombre, que había anunciado su retiro de escenarios y estudios, cansado de no crear y cantar, volviera a sacar un disco nuevo: The Next Day. Compre tres: Uno para mi, otro para uno de mis amigos de entonces y el ultimo para una amiga y musicalizadora de la milonga, que tiene el buen gusto de poner entre tandas siempre algún tema suyo.
El disco era un milagro y una nueva patada en el culo de los Rock Stars apoltronados en su gloria de cartón y brillantina. Recuerdo que un critico de rock dijo: «Es increíble que un tipo de 66 años venga a decirles a los músicos de ahora tan pagados de si mismos, como se hacen las cosas».
A finales del 2015 supimos que el hombre volvía con material fresquito del que apareció un vídeo extraño y futurista: Blackstar.
El 2016 comenzó regalándonos nuevo Vídeo: Lazarus y un nuevo disco que salió un viernes, coincidiendo con su cumpleaños numero 69.
Pasarían diez años hasta que el hombre, que había anunciado su retiro de escenarios y estudios, cansado de no crear y cantar, volviera a sacar un disco nuevo: The Next Day. Compre tres: Uno para mi, otro para uno de mis amigos de entonces y el ultimo para una amiga y musicalizadora de la milonga, que tiene el buen gusto de poner entre tandas siempre algún tema suyo.
El disco era un milagro y una nueva patada en el culo de los Rock Stars apoltronados en su gloria de cartón y brillantina. Recuerdo que un critico de rock dijo: «Es increíble que un tipo de 66 años venga a decirles a los músicos de ahora tan pagados de si mismos, como se hacen las cosas».
A finales del 2015 supimos que el hombre volvía con material fresquito del que apareció un vídeo extraño y futurista: Blackstar.
El 2016 comenzó regalándonos nuevo Vídeo: Lazarus y un nuevo disco que salió un viernes, coincidiendo con su cumpleaños numero 69.
Y el lunes que siguió a ese viernes nos enteramos que el tipo se había ido.
Tuvo la decencia de no hacer público que un cáncer lo reclamaba desde hacia un tiempo.
Y ahora todos los que quedamos aquí vemos el cielo en busca de señales: una estrella negra o un bidón de hojalata orbitando sin fin sobre la tierra azul.
O triste.
Tuvo la decencia de no hacer público que un cáncer lo reclamaba desde hacia un tiempo.
Y ahora todos los que quedamos aquí vemos el cielo en busca de señales: una estrella negra o un bidón de hojalata orbitando sin fin sobre la tierra azul.
O triste.
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