Giraré en la cabeza de mil ángeles, hasta que de su caspa salgan dones.
Danzaré con los pies de aquellos diablos qué, cuando nació el tiempo,
fueron lucero y alba.
Exclamaré ¡Santuario! en los abismos y ¡expiación! en el sacro mancillado.
El universo pende sobre torcidos clavos y, el deseo elegante que malversó el diseño,
no hace al plan.
Ni a lo que quiso ser y hasta el presente ha sido.
El que hace decorados está de vacaciones...
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