El maestro Bradbury acaba de irse en un cohete. Lo estaba construyendo en el patio de su casa, en silencio. Y nos ha dejado solos, solos con sus palabras y sus cuentos. Con sus humanamente extraños alienigenas y sus pueblos donde nunca pasa nada, llenos de mágia y de vinos de estio. Con sus ciudades de cristal refulgentes en la noche marciana y sus exiliados, que miran siempre al tercer planeta, el de su niñez. Adios Maestro. Los seres sensibles de la tercera expedición, y los marcianos postizos que alguna vez fuimos, aquellos que abandonamos la tierra de la infancia para sumergirnos en el país de octubre, arropados por tus libros, te honramos y saludamos...
COMENTARIOS HUMORÍSTICOS SOBRE LITERATURA, CINE, COMICS Y MILONGAS