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CHARLIE PARKER - EL DETECTIVE QUE VOLVIÓ DE LA OSCURIDAD

  

SAGA DE CHARLIE PARKER - JOHN CONNOLLY.


LA BATA DE POE ESTÁ DE VUELTA.

Durante todo este tiempo sin reseñas ni entradas, los amigos y seguidores se preguntaban que había sido del destino de este escriba en este abandonado rincón literario del universo virtual. En este largo desierto sin palabras, ni yo lo sabía. Basta decir, y por no recrearme en sufrimientos, como en los tangos que sirven para reiniciar a cualquier argentino en depresión, les comento que estuve exiliado de todo pensamiento.

Vivo por fin una etapa dulce en la que vuelvo a apreciar una existencia que, por desesperación pudo llegar a su fin con fecha de caducidad anticipada. Ya fuera por decurso y desgana o por la vía rápida.

Solo diré que después de un invierno marcado por las consecuencias químicas de un medicamento, en un tratamiento a corto plazo para mis frecuentes migrañas,  hasta comienzos de  mayo de este 2024, año de nuestro señor, sea el que sea y sin desmerecer a los demás, he vuelto a escribir. A vivir.

Y permítanme que cite en esta ocasión al hombre cuya obra más conocida y personal será objeto de este opúsculo, John Connolly:

«El dios de un hombre es su opción y un asunto personal.»

Connolly, que bordea dos géneros y se pasea —al estilo de Poe— por los umbríos bosques del Maine con Stephen King, es el creador de esta inusual encrucijada literaria que mezcla novela negra y relato de fantasmas, en una obra que ha ganado entidad y seguidores fieles desde que vio la luz allá por el 99 y que dejará a la posteridad uno de los personajes más complejos y atormentados de la ficción negra.

Charlie  «Bird» Parker, es un ex policía devenido a investigador privado sin oficina propia, cuya historia comenzamos a conocer en un impactante libro en dos partes llamado Every Dead Thing en su idioma original y Todo lo que muere(2004)  en la edición castellana con traducción de Carlos Milla Soler para Tusquets Editores.

Un hombre al que han privado de su familia, y que sale adelante como puede, con la inestimable ayuda de sus amigos, una extraña pareja de asesinos homosexuales que lo ayudan a resolver entuertos y se cuentan entre los más cínicos y lucidos personajes secundarios de una saga que recomiendo fervorosamente, junto con la saga de Bernie Gunther, un ex policía filete poco hecho( porque es oscuro por fuera y rojo por dentro) metido a detective en la Alemania que comienza a ser oficialmente nazi y  que debemos a la genialidad de  Philip Kerr, que se nos fue por un cáncer avanzado, pero aun nos guía y cuya obra comentaremos pronto.

Estos singulares aliados —Hay muchos más, y no siempre del lado de los buenos: Jackie Gardner, Gordon Walsh, el Agente Ross, el abogado Eldrich, el rabino Epstein, y su ayudante muda Liat, La Madre y el extraño personaje al que se conoce como El Coleccionista—, lo ayudaran en su lucha contra toda clase de impresionantes antagonistas: Pudd, Malfas, el ángel negro Brightwell, Mifflin, Los Creyentes, La hermandad  Los Patrocinadores, por nombrar algunos.

El latino Ángel y el afroamericano Louis son los amigos más cercanos de Parker.  Abiertamente gays, Aunque nadie en su sano juicio se los diría a la cara sin sufrir rápida represalia.

 El primero y a primera vista menos peligroso de los dos, es un excelente revienta cerraduras y pésimo ladrón, tal como se cuenta en el primer encuentro entre estos individuos dispares, un robo domiciliario descubierto de inmediato por el imponente Louis, un negro  con una presencia física que sugiere los movimientos y el accionar de un depredador superior.

«—Qué coño quieres—dijo Louis, una vez que el agente especial Ross se hubo identificado—, ¿y cómo has conseguido este número?

—Por responder primero a la segunda pregunta —dijo Ross—, trabajo para el FBI. Mi función consiste en conocer estos detalles.

—Entonces tendré que deshacerme de ti o cambiar de número. Lo del número sería más fácil, pero me produciría menos satisfacción.

— ¿Sabes que amenazar a un funcionario del Gobierno de Estados Unidos es un delito grave?

—En ese caso iré a la cárcel riéndome.»

                                               The Nameless Ones (2021)

Porque Louis es un letal y caro asesino. Definitivo a la hora del trabajo, como aprendieron para su mal todos aquellos de alma malévola y algunos otros que la pasaron mal en su presencia, (el mejor ejemplo de este tipo es una situación en un bar del profundo sur norteamericano, como una panda de  yanquis sureños, que al ver entrar en «su bar» a ese negro   con ropas caras y veleidades de gente blanca, metieron la pata por partida doble llamándolo  negro puto.

Una muestra de la pericia de Connolly para definir personajes y armar diálogos memorables.

«—Estoy seguro que tienes permiso para cada una de estas armas—dije a Louis.

—Hay cosas aquí para las que ni siquiera existe permiso.

Vi una de las metralletas Calico por las que Louis sentía especial cariño y un rifle Mauser SP66 para francotirador, junto con una metralleta de fabricación sudafricana, provista de silenciador y lanzagranadas, lo cual me pareció una contradicción en sí mismo.

—Oye, si pisas un bache en la carretera serás el único asesino a sueldo muerto por un cráter que lleve su nombre —dije—. ¿Nunca te ha preocupado conducir bajo los efectos de ser negro?

Conducir bajo los efectos de ser negro era casi un delito tipificado por la ley.

—No. Tengo licencia de chofer y una gorra negra. Si alguien me pregunta, sencillamente le digo que trabajo para el señor.»

                                   The killing kind (2001)

Louis,  que a priori corresponde completamente a la primera impresión de accionar mortífero en grado definitivo —su hacer se mide por el reguero de muertes selectivas o coyunturales contra aquellos malos malísimos que se complacen en la tortura y muerte con los que se cruzan—, es casi siempre y junto a Ángel, el apoyo táctico de Parker, un hombre marcado que busca la redención a favor de clientes que están sufriendo situaciones similares a la violenta pérdida de la mujer de Parker y de Jennifer, su hija pequeña, a la que presiente y ve como una presencia indicadora de peligro; un fantasma que también ve Sam,  la sensitiva hija viva que tiene con su segunda ex pareja, la terapeuta Rachel.

 Veamos como los describe el autor irlandés.

Louis es un sibarita. Sofisticado, amante del jazz y la buena ropa. Ángel es un zaparrastroso que vive conjuntando ropas arrugadas e incompatibles. Se lo ha llegado a confundir con un basurero que se viste  con cosas encontradas en la calle. Es poseedor de gustos peculiares que lo hacen abusar con alegría y naturalidad en todas las áreas del disfrute humano: la moda, la gastronomía y la música más espantosa, con una predilección insana por el peor country, algo que exaspera a su amor, el último hombre de la guadaña.

Otra muestra, en este caso un fragmento  de The Wrath of Ángels (© Bad Dog  Books Limited, 2012) o La ira de los Ángeles , en la excelente versión traducida para Tusquets por Carlos Milla Soler, donde Parker narra un encuentro con dos sujetos desagradables y tontos mientras toma algo en una heladería en compañía de su hija Sam, Ángel y Louis.

«Llegaron nuestros sundaes y los llevamos a donde nos esperaban Louis y Sam.

—Me acabas de llamar gordo y viejo —protestó Ángel— ¿quieres añadir algo más antes de que vaya a tirarme al mar?

—No lo hagas —dijo Louis.

    ¿Por qué? ¿Por qué me echarías de menos?

    No. Porque flotarías. Te mecerías en el agua como un corcho hasta morir de hipotermia

o ser devorado por los tiburones.

    ¡No exclamó Sam.

    No te preocupes, Sam. No me devoraran ¿Tengo razón tío Louis?

    Es verdad —Convino Louis— No lo devoraran. No cabría en la boca de un tiburón.

A nuestras espaldas, un par de bocazas hablaban de un conocido mutuo en términos rayanos en lo soez. Rápidamente pasaron a lo manifiestamente soez. Apestaban a cerveza. No alcanzaba a explicarme que hacían en la heladería. Me incliné hacia ellos.

—Eh, chicos, ¿podríais usar otro vocabulario? Aquí hay una niña.

—Ya son más de las nueve —respondió el mayor de los dos —. La niña debería estar en casa.

—No volveré a decirlo —Les advertí.

—Y si no lo cuidamos ¿qué harás? —Preguntó el mismo hombre.

Era alto y ancho de hombros, y en sus facciones se observaba cierto abotargamiento propio de un alcohólico.

Su amigo se dio la vuelta y, al ver a Louis, abrió los ojos un poco más.

Parecía más sobrio que su amigo, y también más listo.

—Mi papá te pegará un tiro —dijo Sam. Formó una pequeña pistola con los dedos, señaló al hombre que había hablado y añadió—: ¡Pum!

La miré. Cielo santo.

—Y luego yo te pegaré algún tiro más —Intervino Louis.

Sonrió, y la temperatura bajó.

—Pum —agregó Louis, para mayor efecto. También él había formado una pistola con los dedos. La apuntó a la entrepierna del hombre corpulento—. Pum —repitió: al pecho—. Pum —cerrando un ojo para apuntar por la mira: a la cabeza.

Los dos hombres palidecieron visiblemente y se marcharon.

—Me gusta intimidar a la gente —comentó Ángel—. Cuando sea mayor no haré otra cosa en todo el día.

—Pum —dijo mi pequeña—. Están muertos.

Ángel, Louis y yo cruzamos miradas. Ángel se encogió de hombros.

—Debe de haberlo sacado de la madre.»

 

Y antes de terminar esta serie que sigo con ansiedad y placer a partes iguales, hago un inciso para nombrar a una pareja que viene escalando posiciones desde que aparecieron hace algunos libros atrás, los hermanos Fulci, Tony y Paulie.

Los Fulci son unos armarios empotrados y  poseedores de un todoterreno tan grande como el amor que profesan a su amorosa madre.

Son como una fuerza desbocada de la naturaleza, con pautas imprecisas de medicación según los progresos de su imprevisible carácter.

Excesivos en lealtad. Y me refiero a una lealtad instintiva, primitiva y animal. Con esa cualidad innata que tienen los animales, seres mejores que nosotros a los que infligimos sin pensar toda clase de privaciones, la peor la de la vida.

«Tony nunca había conocido a nadie tan dispuesto a arriesgar su propia vida para poner fin al dolor de otro como el señor Parker. Por lo que a Tony respectaba, el investigador privado tenía una autoridad moral de la que carecía hasta el mismísimo Dios. Si le pedias ayuda a Dios, no tenías ninguna garantía de que te llegara. Pero con el señor Parker, si eras buena persona en apuros y le pedías ayuda, la tenías asegurada»

Un poco más de los Fulci, en el libro donde alcanzan su máxima expresión hasta la fecha, The Nameless Ones(2021)

«—Dos matones serbios acaban de intentar que mi coche volara por los aires —dije cuando Louis contestó.

— ¿Intentar?

—Tony Fulci le reventó el cráneo a uno con una barra de hierro. Paulie atacó al otro con una cabeza de oso, luego Tony y él le dieron una paliza de muerte.

—¿Una cabeza de oso? ؙdijo Louis.

—Fue la primera arma que encontró a mano.»

 

Y con los incorregibles y nobles Fulci me despido en la mañana de este dulce y hermoso 27 de julio del 2024, con un deseo general para que todos puedan disfrutar con la saga de Charlie Parker como disfruto yo.

Hasta la próxima recomendación humano literaria.

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